lunes, 22 de febrero de 2010

Casa León y su tiempo

Mario Briceño-Iragorry, ese compatriota nuestro, historiador positivista, cuya obra bibliográfica no me cansaré de promover, en función de su lectura reflexiva, en un libro suyo, describió las andanzas de un perverso malandrín de inicios del siglo XIX, llamado Antonio Fernández de León.

Ahora que se aproxima el Bicentenario del 19 de abril de 1810, sería interesante que uno, como curioso del oficio, así como otras personas amigas, con acreditada especialización, les acerquemos información a nuestros caros lectores sobre un conjunto de personajes olvidados e ignorados, que vivieron aquellos hechos.

Tal es el caso de Antonio Fernández de León, que fue recogido bajo la hermosa escritura de Mario Briceño-Iragorry, en su libro “Casa León y su tiempo”, editado en 1946.

¿Alguno de nosotros se ha preguntado el antes y el después de aquellos históricos acontecimientos, que dieron origen a nuestra República? Pero en interioridades como, ¿quién delató a Manuel Gual y a José María España, e incluso tuvo participación directa en sus martirios? ¿Quién, en 1808, se adelanta al 19 de abril, con fines personalistas, “protestando a favor de los derechos de Fernando VII”? ¿Qué papel jugó José Joaquín Cortés de Madariaga, más allá de su sotana y de “su dedo inducidor”? ¿Cómo terminan su vida figuras tan importantes de ese día, como Juan Germán Roscio, por ejemplo?

Mariano Picón Salas, en el prólogo de esa primera edición de 1946, sostiene que Casa León dejó de ser un personaje para convertirse en una clase social, la del traidor consumado: traiciona al Rey, para cortejar a Miranda; traiciona a Miranda, para cortejar a Monteverde; traiciona a Monteverde, para cortejar a Bolívar; traiciona a Bolívar, para cortejar a Boves, “y de Boves trata de pasarse a Páez, a no ser porque el astuto llanero ya no necesita de este anciano chapetón cuyo repertorio de mañas se ha agotado en los diez años más tormentosos de nuestra vida republicana”. ¿Para qué Páez iba a necesitar de Casa León, si ya traía consigo a Miguel Peña?

“Casa León y su tiempo”, contiene las actas de las capitulaciones de Miranda y Monteverde, los documentos de las delaciones de Gual y España, y de los revolucionarios firmantes de nuestra Acta de Independencia, con recomendaciones específicas para cada caso; todos terminaron con sus huesos en el Castillo del Morro, en San Juan de Puerto Rico, con cadenas perpetuas, por haber realizado nuestro primer documento republicano. De Casa León fue la traidora mano de estos hechos, así como del último suplicio de nuestro Generalísimo, Francisco de Miranda.

También en este maravilloso libro de don Mario se describe la corrupción administrativa de las rentas de la Colonia y de las primeras rentas de la República incoadas por este fatídico personaje; y de la apropiación de las tierras fértiles del valle de Tapa-Tapa, en el estado Aragua por medio de este mecanismo. Quien hoy día salga del túnel de La Cabrera con dirección a Maracay, una vez haya leído “Casa León y su tiempo”, podrá imaginar con mayor facilidad, cómo 200 años atrás un vagabundo con mil caras falsas, se enriqueció, a través del trabajo esclavo y del robo, de la prosperidad de esos predios.

Si inferirnos, como Mariano Picón Salas, que Casa León es una clase social, entonces el libro nos permitirá identificar a nuestro personaje más cercano, teniendo mejores herramientas para combatirlo, para desenmascarar sus argucias y reprochar sus mil formas de corromper.

Es una lucha política de nunca acabar, ésa de señalar Casa Leones, pero es apasionante, educativa y aleccionadora.

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