lunes, 22 de febrero de 2010

El nuevo cierre

Hay palabras y frases que, por su aparente sutilidad e inocencia, la oposición venezolana y sus socios mediáticos usan, buscando un fin distinto al que éstas explícitamente proponen. Es un uso por lo general, bastardo. Si no fuese por la secuela psicótica y disociadora que ellos dejan en un segmento –por fortuna cada vez más pequeño− de nuestra población, y por la seriedad clínica que revestirá encarar su recuperación algún día, resultaría divertido oír a aquellos hablar de “nuevo cierre”, ante la bravuconada de RCTV de no ceñirse a la ordenación legal que rige su actividad social y comercial. Recalco, su actividad social y comercial. No su actividad política. Ésta última no está especificada en sus registros y permisología, por la cual, violando su naturaleza empresarial y asumiendo roles reservados a los políticos, han hecho punto de honor, sin lógica alguna ni sustento jurídico.

¿Cómo puede volverse a cerrar algo que ya “estaba cerrado”? ¿Cómo entender eso de “nuevo cierre”? ¡Alguien está mintiendo! Pareciera un avezado trabalenguas, en el cual Sócrates haría delicias desentrañando sus argucias y su ética en un diálogo de nunca acabar, sino fuese porque el contenido engañoso es tan evidente que no amerita siquiera una disquisición.

La Norma Técnica sobre los Servicios de Producción Nacional Audiovisual de Conatel califica que un canal de televisión por suscripción es nacional cuando el 70%, o más, de su programación es producida en el país. En consecuencia, el canal de televisión por suscripción calificado, por este mecanismo legal como tal, deberá cumplir con todo lo establecido en la Ley de Responsabilidad Social en Radio y Televisión. Y la programación de RCTV es nada más y nada menos que 94% de producción nacional.

La exigencia del Estado venezolano es el fiel cumplimiento a dicha legislación para poder operar.

Pero el tema sirve a propósitos políticos.

Se argumenta que es únicamente para obligar a RCTV plegarse a las cadenas presidenciales, lo cual constituye una verdad a medias. Dentro de la exigencia está ello, pero su ámbito es mayor. También se le exige, como canal de televisión nacional, el respeto a los tipos de programas, elementos clasificados, transmisión de mensajes oficiales de interés colectivo y la difusión del himno nacional, entre los demás articulados de la ley.

Bajo el rótulo de canal internacional se burlaba la normativa y, aparte de los continuos y enloquecidos llamados al desconocimiento de la Constitución en sus programas de opinión, transmitían escenas de sexo y violencia sin importar el horario, sin importar que pudiesen estar niños viendo toda esa basura de degradación social en las horas que la ley reserva para ellos.
¿Por qué no se dice también que de 286 canales internacionales, 164 de éstos consignaron su documentación ante Conatel, y fueron calificados como Productores Nacionales Internacionales, y que el resto se presumen sean Productores Nacionales Audiovisuales, que estaban bajo esa adscripción “de internacional”? ¿Por qué no dicen que Conatel, además de RCTV, está notificando también a 81 canales de televisión más que no presentaron su documentación? ¿Por qué unos pudieron y otros no? ¿Por qué RCTV se niega a cumplir la ley?

Los antecedentes recientes de esta planta televisiva nos dan un panorama. La concesión por veinte años, otorgada durante el vergonzoso oscurantismo lusinchista, para el uso del espectro radioeléctrico del país, que venció el 27 de mayo de 2007, el Estado venezolano bien pudo habérsela renovado. Sólo que, es bueno recordarlo, las constantes violaciones a la ley, la promoción de la violencia, del golpe de Estado de abril de 2002, del paro petrolero y del desprecio de clase hacia los pobres de Venezuela, a los que recurrieron, fueron sustanciando un legajo por el cual el Estado venezolano optó por la no renovación de dicha concesión.

Sin embargo, se les permitió salir por cable, para que siguieran haciendo lo que antes hacían por señal abierta. Y aún así, Diosdado Cabello, hoy les indica que si ajustan su programación a las exigencias, a la Norma Técnica y presentan su documentación, perfectamente pueden volver a salir por las cableras.

Lo que pasa es que han gritado tanto −y han luchado tanto− por el “nuevo cierre”, que no escuchan al ministro señalándoles la única salida que tienen.

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