lunes, 15 de marzo de 2010

Casal, el mentiroso

Contrastando la declaración del gobernador del estado, Wilmar Castro Soteldo, que reseñara el diario “El Universal” de Caracas, el pasado lunes 8 de marzo, en voz del periodista que cubre su fuente política, Pedro Pablo Peñaloza, bajo el título “Intentan crear un estado comunal en Portuguesa”; con la declaración que ofreciera el columnista de oposición José Ignacio Casal, una semana después, es decir, este lunes 15 de marzo, al diario “Ultima Hora” de nuestra ciudad, para ripostar aquella; puede denotarse perfectamente la tergiversación en que incurre éste último mencionado, en función “de ayudar” a su cada día más alicaída y fragmentada mesita, sin la menor vergüenza en ser desmontado, como en efecto lo haré en los párrafos siguientes.

Al ex-ministro de Fomento del primer gobierno de Carlos Andrés Pérez no le importa si se le demuestra o no la distorsión que él hace de un concepto, o el cambio de una palabra y agregación de otra palabra adrede, para ambientar la connotación que quiere para tergiversar. Como viejo “político” educado en la escuela del mentir, piensa que quien lea sus dichos no se molestará en buscar las fuentes que los originó, que de paso no las dice, en su “grave… …llamado de atención a los portugueseños”. Por lo general el lector que lee un infundio, no es el mismo lector que lee el derecho a réplica por ese mismo infundio, como afirman estudiosos de la comunicación. Para este personaje mentir no importa, mientras sirva a un fin.

Cuando explicaba la estructuración de los circuitos comunales y su adecuación práctica, con la finalidad de darle cuerpo al estado comunal, el gobernador Castro Soteldo habló, entre los pasos de trascendencia que éstos debían dar, de la necesidad de "pasar de la tarea estrictamente electoral a una tarea política". Construir un país, es una tarea política.

De esta línea, el tergiversador se agarra y dice, “…a los circuitos comunales, que engloban a los consejos comunales, les va a dar recursos para pasar del mero acto electoral, a la acción política; esto quiere decir que le está pasando recursos de las alcaldías y del Ejecutivo regional, por unos 400 millones de bolívares fuertes, para la acción política…”. Para más adelante agregar una palabra que no aparece en la declaración del gobernador, “…es verdaderamente grave… …primero por ser ilegal, al no poderse utilizar los recursos del presupuesto nacional en la acción política partidista, lo que está prohibido en la ley y quien lo haga debe ser sometido a juicio… ”. ¿Se dieron cuenta que agregó la palabra partidista? A la palabra tarea, que fue la usada por Castro Soteldo, ya la había desvirtuado con las palabras acto y acción.

Este contrabando, que hizo este bribón, esta mentira, creyendo que las demás personas son tontas, fueron una práctica muy usual en el puntofijismo: recrear un escenario para establecer una presunta verdad. Por si alguien no lo sabía, es oportuno recordarlo que fue el gobierno del presidente Hugo Chávez Frías, el que suprimió el financiamiento a los partidos políticos con dineros públicos. La palabra partidista no está agregada allí en forma inocente. Cumple un rol en el subconsciente de nuestros caros lectores, en el desarrollo de la presunta “verdad” que él ha deseado posicionar.

Pero hay en los dichos expresados por José Ignacio Casal algunos referentes necesarios de explicar y contrastar. Debo intuir que el otrora –y costoso− empleado de Emilio Conde Jahn, a cuya sombra hizo la fortuna que ostenta, no se ha documentado sobre la actual arquitectura legal del país y de las nuevas formas de organización. Debo intuir que lleva más una década sin observar la sociedad venezolana. En los consejos comunales participan quienes integran una comunidad en general, sin importar la filiación política que la persona tenga. Difícilmente “la acción política” de un militante de un partido político equis pueda filtrarse u obtener algún beneficio en la tarea política de un consejo comunal, así este militante sea un miembro directivo. No puede. La misma contraloría social y la práctica diaria del consejo comunal lo detecta: es una auténtica democracia. Los proyectos por los cuales solicitan esos financiamientos que preocupan tanto a José Ignacio son elaborados, discutidos y aprobados en asamblea, e incluso, en algunos casos, ejecutados por ellos mismos. Por ese filtro es muy difícil que las viejas mañas puntofijistas se cuelen. Aquí los ojos de las comunidades, engordan sus propios caballos. No los caballos de otros, como ocurría en la IV República.

Hay otra frase del gobernador Castro Soteldo que llamó la atención de Joseíto, “…creo que debemos caminar en ese hilo frágil de la legalidad y de la ilegalidad…”. Es el accionar del ser humano el que crea la ley, no la ley al accionar del ser humano, es un principio elemental del derecho. No entiende que el país cambió. La nueva ley va normando la creación en plena hechura. Hay otro concepto que va más allá de los consejos comunales y de las comunas, y que seguro lo escandalizará más, el poder popular, que es la transferencia total del poder al pueblo, en la construcción colectiva del socialismo.

También aduce Casal que los cuatrocientos millones de bolívares que se invertirán a través de los circuitos comunales, se deberían utilizar para “…velar por la agricultura, porque aquí se vive, se siente y se progresa únicamente por la agricultura, y no se sabe si Castro Soteldo conoce cuánto se puede hacer con Bs.F. 400 millones invertidos en el desarrollo agrícola (vialidad, obras de riego, fertilizantes, infraestructura, entre otras), y no utilizar ese dinero en actividades políticas…”. ¿Interesante, no? Sería interesante también preguntarle a este caballero, ¿quién impuso el actual modelo agrícola a nuestro estado? ¿Para qué sirvió? ¿O para qué sirve? Llama “actividades políticas” al accionar del pueblo organizado y en revolución, pero no siente rubor alguno al exigir el fortalecimiento de la agricultura empresarial capitalista, causante en medida suprema de la desigualdad social de los portugueseños, de la miseria y el hambre en nuestro campo.

Hay otras babosadas en la declaración de José Ignacio, pero, ¡qué fastidio! si tengo ánimo –y tiempo− en otras columnas le dedicaré otras líneas.

No hay comentarios:

Publicar un comentario